sábado, 25 de junio de 2011

Exherbo: “Et cette confidence horrible chuchotée”.



Que las libertades democráticas puedan ser manipuladas por el poder económico es más que indudable pero no hay otro humanismo positivo que el capaz de neutralizar la prepotencia del verdugo. De la propia experiencia personal deduces que algo de verdad puede haber en lo primero y en lo segundo, pero se trataría de una verdad insuficiente si la personalizamos en trivialidades.

Señalaba Adorno que la única imagen del cuerpo que no era una mera mentira blasfema es la del cuerpo austero y esquelético, la criatura bífida de la humanidad que inspiró a Beckett. Así bien, la lucidez es un don y un castigo donde, como decía Jacinto Benavente, “la única revolución posible es poner luz en las cabezas y calor en los corazones”.

Es preciso perder el interés por conocerse a sí mismo entre las multitudes que han perdido la memoria por la tragedia que tienen las calamidades de producirse por el hecho que las motivan en un compendio de lugares comunes (que a estas alturas dan arcadas): cada cual elige en la cuna la neurosis que le conviene.

Existe una vieja creencia donde el domador cree que las imágenes y las palabras deben mezclarse en las cenizas de los versos para renacer en la imaginación de los hombres: de nada sirve agitar los omóplatos como alas tratando de volar hacia el punto donde aún brama un grito destemplado.

Siempre es demasiado tarde cuando se te revela que tu propia identidad se inventa justo cuando se colapsa la comunidad. Es un proceso transparente cuando lo más probable es que el dilema se reduzca una elección entre el caos y el fatalismo cínico del mal menor: el desencanto o la disidencia jalonan de espíritus sensibles las cunetas de carreteras secundarias.

Mientras ese rencor nacido del frío de la infancia te conmueve la intensidad y la veracidad, la emancipación colectiva o la emancipación individual empujan igual a la desesperación zombi por bancarse un futuro estable careciendo de toda vocación de heroísmo… Porque solo como los héroes, los malditos y los enfermos se puede acelerar esa historia hecha de lentas movilizaciones colectivas, en las que el individuo cuenta poco o nada. Por el contrario, todo esto forma parte del barro con que la fantasía modela sus ficciones: sensibles a la belleza, conocedores del arte y la filosofía, apasionados por culturas exóticas se arrodillan ante el ritual más soez.

Entonces, queda el triste consuelo de comprenderse arrastrado y conmovido, como señala El poema de los dones de Borges, “en una pálida ceniza vaga que se parece al sueño y al olvido”. Así, “el ansia de eso tan problemático y huidizo llamado felicidad” (Carlos Boyero) se le parece a la dicha de quien contempla la belleza de la amabilidad como el fascinante virtuosismo de la boca de Emmanuelle Beart o el suculento culo de Monica Vitti.
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Canción del día => COME ON LOUANN de Elliot Murphy

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