miércoles, 2 de noviembre de 2011

Inmediata popularidad de un neón.

No es de extrañar que Nancy considere el lenguaje como el nuevo burdel de la alta burguesía y ame el silencio implícito en el descrédito de sus labios.

Sobrada sátira para un cuerpo de tal ambición. Experto transgresor de cada nuevo asalto tras un inestable refugio sobre barro húmedo. 

La ligera lluvia nocturna impregna el asfalto de ese característico olor a otoño que amedranta las aves carroñeras y aturde a la presa fácil. Figuras de ajedrez estáticas.

Cada beso precede la búsqueda enfermiza de un orgasmo rápido. La codicia de unas billeteras agradecidas. 

En la lengua se esconde la trampa de la cultura determinada por berridos y rituales acaparados por la magnificencia del fuego propagado con el propio avance de la historia. (Resulta obvio pensar en el poderoso).

"Basta con un bolso lleno de preservativos y estimulantes testiculares para desvestir a la más bella de las tradiciones judeocristianas." Reitera entre sus compañeras de profesión mientras se enorgullece de su capacidad práctica de aislamiento.

El verbo suele ser mentiroso (no solo en la cama). Un engañabobos que ciega la Verdad. Pero... ¿Qué verdad? ¿Qué dogma precede al intelecto incapacitado con el propio avance de la civilización? (la pregunta es completamente necesaria)


Un juego de espionaje literario que atrae a Nancy.

Innumerables asesinatos silenciados por la masa. La mayor sutileza de enredados homicidios improcedentes tienen su cumbre en una noche de putas.

La palabra es la clave. La palabra es la asesina.


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