miércoles, 14 de marzo de 2012

Tratado de buenas maneras: Qué hacer para evitar la mediocridad de la vida diaria.




El hombre sabio asume la realidad pues participa de ella (sin preguntarse si cree que es lo correcto) ya que que no tiene más medio que el que lo ocupa. Para el hombre sabio la realidad no supone un problema contractual ni metafísico. El hombre sabio acepta la realidad tal y como se presenta. Para el hombre sabio negar la realidad es como refutar la Ley de la Gravedad.

No obstante, el compromiso del hombre sabio con la realidad es nulo más allá de cubrir el expediente que la misma supedita en el quehacer de cada cual: como la autopista es para los jugadores, sólo el prudente llega sano y salvo sin jalonar cunetas de carreteras secundarias.

Por ello, el hombre sabio no se pierde en discusiones vacías ni mucho menos le quita el sueño de los más banales temas que suele preocupar al común de los mortales…: el hombre sabio ocupa su tiempo en el goce del placer, fecundando su inteligencia, recreándose en la belleza que lo cohabita y siendo consciente de la inmensidad de su ser.

Así, al hombre sabio no le inquieta lo más mínimo el calendario del prójimo ni las decisiones que motivan a éste a permanecer angosto al calorcillo de la mediocridad rutinaria que es la vida diaria y su idiosincrasia…

Porque el hombre sabio es nadie al volver. Porque el hombre sabio no necesita guarecerse. Porque el hombre sabio es liberal y autónomo.
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P.D.: Sólo Rafael Sarmentero podría ilustrar esta entrada.

http://www.rafaelsarmentero.com

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