Se tiende a maldecir el buen arte de la literatura cuando su autor se confunde con el producto y se vende barato siendo ambos aceptados por el éxito, la fama y la envidia de un vulgo tan dócil que se deja consumir por el "buen hacer" de nuestra literatura.
Entonces todo se tiñe de un color azul petróleo en el que se enmarca la promesa de un buen porvenir. Hermosos y divinos hartos del buen comer y mejor follar...
Decidimos, con la potestad que nos da el éxito, continuar nuestro chocolate con churros.
¡Niño, otro cartón!
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