jueves, 17 de enero de 2013

La Era del Vacío (II).


A pesar de que en el mercado musical nunca ha circulado tantos contenidos a disposición de tantos seres humanos como ahora, el contenido cultural de los mismos es pueril y banal...

Siendo consciente de que el rocanrol como género popular está agonizando por la repetición hasta la saciedad de una fórmula agotada con discos sobreproducidos y ligeros materiales líricos de desecho, la principal diferencia entre la vanguardia contemporánea liderada por Radiohead, Muse y sus mutantes (The Strokes y Jack White, tal vez, se salvan de la quema por actitud y propuesta lírica) y las intocables bestias doradas del rocanrol no sólo radica en propuestas frontalmente opuestas, sino en unos contenidos populares disimiles: mientras los niñitos indies son pijos universitarios, los héroes del Santo Grial del Rocanrol ejercían de trabajadores de la canción forjada en el orgullo de barrio.

El problema no es que en la peli no vayan ganando los buenos, el problema es que la historia que nos ofrecen en pantalla es soporífera: hoy que todos andan con grupos hipster-indianos la única alternativa digna es seguir desempolvando viejos vinilos.

Ser acusado de apocalíptico no es sino una redundancia desprovista de humor más que una ironía sorprendente que divierte o entretiene tan plúmbea como un domingo a media tarde.

Y, por supuesto, no sólo el pensamiento débil de la Era del vacío y sus contenidos desechables afectan a la música...Sólo hace falta ojear los versos demenciales y pueriles de Luna Miguel.

Y, sí, vuelve a sobresalir de nuevo aquel epigrama de Javier Egea como un nirvana: " los rojos, Claudia,/en estas noches bárbaras,/sólo somos tú y yo."
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