martes, 8 de octubre de 2013

El punto argentino





   Para llegar al tesoro que llevamos dentro debemos hacer sacrificios. Es el caso específico del cateto con boina que sale con dádivas de su provincia a comerse la ciudad esperando ver desfilar por la GRAN AVENIDA a Sócrates con Bette Davis del brazo y que se detengan de soslayo a invitarlo a una cena en el Ritz.

  A veces cuando los resultados son malos volver a casa es complicado. A veces uno se siente como Maradona en el Mundial '94.

   M, al ver a 007 fuera de sí lo sacudió ásperamente: “creo que estás tan cegado por una rabia incontenible que no te importa a quién haces daño. Cuando no distingues entre amigos y enemigos, es hora de dejarlo”.

   Porque, finalmente, con los años uno comprende eso: el amor y el sexo son atributos que sobrestimamos y que la felicidad no está en otra persona ni en un buen polvo.


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