jueves, 7 de noviembre de 2013

Naturalizar lo protésico





   Karl Lagerfeld sabe perfectamente que el solo final de Mick Ronson en Moonage Daydream fortalece más el espíritu doliente que la extinción sicoanalítica de Erich Fromm.

  El verbo siempre suele ser la clave del texto si el adjetivo nominaliza la llave del pretexto. Sabedor de ello, Jean Cocteau guardaba las formas cuando la alfombra del infierno en coda transparentaba la secuela del rapsoda.

   Así, todo samurái enfebrece el dolor crónico que tiende al monopolio de la razón por la limitación en la abstracción.


   Con esa apariencia de especial fortaleza, alguien velará por el recuerdo de un Montparnasse encendido desde el rescoldo del taller de Modigliani.
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