Frente al ordenador
los días nos engordan de estúpidos compromisos fútiles para con inútiles
asnalfabetos funcionales que se pajean pixelados por pasar el rato.
Para entonces, no llegar a atarse los zapatos
por exceso de abdominales grasientos es sólo una muestra más de la mediocridad
premiada por el target y el share de los tecnólogosparlantes.
En la apremiante hora definitiva del azogue todo sueño se aletarga. Todo aquello que te espoleó resulta un lastre si añoras el desastre más disparatado en lo bellamente ordenado.
En la apremiante hora definitiva del azogue todo sueño se aletarga. Todo aquello que te espoleó resulta un lastre si añoras el desastre más disparatado en lo bellamente ordenado.
Ante el imponente e incontestable debacle que
se asienta en el Postapocalipsis
únicamente la confianza en la alianza sacramental de la incólume estirpe
planetaria de El Hombre Nuevo se nos
antoja pomada radical para la congoja.