sábado, 21 de junio de 2014

Ex-tupidez






-Querido psicoanalista, padezco una gran angustia. Me preocupa, más que ninguna otra cosa en la vida, la pérdida del cabello. Durante los últimos veinte años llevo tratándomelo con productos cosméticos de alto precio, pero poco a poco voy notando cómo se aclara sin remisión, cómo pierde consistencia, y lo noto menos tupido, y eso me amarga cada día y cada noche de esta lamentable existencia mía.
-Creo que he dado con la solución. Usted experimentó un trauma en la infancia que insufla estos temores de los que me lleva hablando los últimos veinte años. Cuando era un bebé, durante sus primeras semanas de vida, su cabeza prácticamente carecía de pelo, ¿me equivoco?
-Por las fotos que he visto de aquella época, me atrevería a afirmarlo.
-Pues ahí lo tiene. Esa privación infantil, sufrida por la criaturita indefensa que era usted entonces, ha degenerado en una manía u obsesión adulta por conservar algo que ahora sí posee, pero que le produce una sensación de ausencia.
-Es cierto... Todo encaja... ¡Y yo que pensaba, obseso de mí, que usted me quería tomar el pelo! 


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