Como un vergel atisbando la costa,
la oportunidad de un naufragio
flota en el ambiente
abriéndose paso
por un camposanto de cadáveres
exquisitos.
No es un ídolo,
no es tangible,
no es una idea efímera;
tan solo una franja de luz reflexiva
de lo etéreo.
El enunciado que se niega así mismo
explicita y fluidifica
la escombrera turbia y pestilente
del demagogo subvencionado.
Como distributores
el estado de la tecnología de
producción
supedita la preferencia del consumo
en la expectativa del precia para el
oferente.
Los sutiles desplazamientos del marco
teórico
remarca y prefija la demanda a coste
cero,
limitando al solícito destinatario
a yacer mano sobre mano.