domingo, 28 de septiembre de 2014

Infidelidades

  





  Twitter es el fuste de nuestro tiempo. Alguna vez dije, medio en broma/medio en serio, que estoy en esto por la pasta. Una persona inteligente sabe perfectamente a qué me refiero.

Las redes sociales son buenos utensilios para cribar a la sociedad. Para mí es un terraplén de mercadotecnia. Las tomo como un pulpo una urna mundialista.

En mi oficio a tiempo completo no afecta contemplar el mundo de vez en cuando con cascos y un lugar para mirar. Si cantar es disparar contra el olvido, escribir es morir de hambre.

Mujeriego impenitente, pirata... La fama de macho alfa me hace gracia. Al igual que la de cocainómano. No le debo nada a la droga. Para componer, para trabajar debes conjugar varios factores transcendentes más importantes que esas nimiedades.

En 1981 Dylan estaba devastado. Crítica y público le daban la espalda por su reconversión cristiana y los excesivos mimos al crédito religioso. El bardo llegó a parecer desnortado. Desde Street legal su propuesta estética musical se veía reforzada por una banda poderosa y unos cuidados arreglos. Si bien años después los entendidos dylanitas la recordaría como una nueva etapa dorada, en aquellos años ciertamente el judío erraba por la industria musical.

Con el cadáver de Lennon aún caliente en el edificio Dakota el trovador decidió dar un nuevo vuelco a su producción.Mark Knopfler a los timón de la producción y Mick Taylor como solista, armó una banda de corte contemporáneo y firmó Infidels.


Punto y seguido.



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