jueves, 4 de septiembre de 2014

La disidencia y la propiedad privada.










  Entre replicantes y héroes caducos aún espero oír el rugido del tigre de jade.

  Estamos en un tiempo donde el ser humano anda buscando un clavo ardiendo donde agarrarse.

  Estoy asqueado de tantos predicadores de la verdad absoluta, tantos sectarios votantes de Podemos, tantos lameculos, tantos ateos.

  Creo que al alcanzar la madurez en edad, gobierno y razón me he ganado a pulso abandonar la mediocridad reinante. Cuestión de meritocracia. Por supuesto que no he estado en los cuatro avatares de la posmodernidad pero sí que contribuí a propagar la pólvora.

  Cuando fuimos los mejores los relojes no existían y una canción era todo con lo que medíamos el tiempo. Cuando fuimos los mejores nos mirábamos a los ojos y el resto era silencio.

  Luego el destino nos fue alejando a medida que comprendíamos que la vida nos separa. Los excesos y el miedo a la soledad nos enseñaron que en la vida de todo hombre notorio debe haber groupies pero sobre todo modelos y actrices. Es cierto que, a veces, actrices y modelos marcan el momento en el que un hombre notorio deja de serlo.

  Por ahí, aún no sé qué querías decir comparándonos con Dalí-Gala. Yo no buscaba a ninguna Peggy Guggenheim sino frivolidad y cocaína.

  Releo 4 de octubre en Landmark Hotel de Benjamín Prado y pienso que tu boca es un prodigio de la humedad y que tu tristeza se merece un disco de ruptura al viejo estilo.


Gracias por ser tan puta.



P.D.: Reina, no esperes cobrar ni un solo céntimo en derechos de autor.





Licencia Creative Commons
El Yugo Eléctrico de Alicia se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 España.