Comprender que la
vida va en serio no es cuestión de edad sino de actitud. Cuando posé, por
primera vez, las suelas de mis zapatos en el aeropuerto de Roma supe que yo
pertenecía a esa ciudad.
Pocos viajes resultan
tan edificantes y sanadores como aquél. A fin del presente mes volveré a probar
suerte en otro territorio ya transitado ad
infinitum por mis suelas. Hoy, como entonces, volvía yo de una larga lesión
que, casi, me aparta de los terrenos de juego. Por suerte, ya hace tres meses
que puedo apoyar la pierna y hacer carreras suaves. El pasado noviembre entré de
nuevo en convocatorias. Y, ¡alegría!, el último viernes sentí el estadio rugir
como el día de mi debut.
Sabemos que la vida
nos lleva por caminos raros y que nadie nos prometió un jardín de rosas.
Conocemos la gloria y, por supuesto, también conocemos el fracaso. Y, cual
colofón final o triple salto mortal, este fin de año volveremos a recrearnos en
el escote de una camarera para saludar
al '15.
Que tengan una feliz
semana.
Desde el Algarve con
amor.